Cuando Daniel Henry Kahnweiler (1884-1979) vio por primera vez Las señoritas de Aviñón en el estudio del joven Picasso, supo que un nuevo concepto del arte pictórico había nacido y creyó en la capacidad revolucionaria de aquellos pintores que, a principios del siglo XX, hicieron de París la capital artística de Occidente.
Kahnweiler supo dar al oficio de marchante la categoría de un arte, un arte nacido de la intuición y casado con el riesgo, que tenía como precepto la fidelidad y la exclusividad de los artistas por él representados. Artistas de la talla ...
continuaVisita: www.casasefarad-israel.es