Al final de su vida, muchas personas terminan atrapadas sin remedio en un sistema hospitalario. En Alemania, más de la mitad de los ancianos muere en unidades de cuidados intensivos, algunos en residencias para la tercera edad y otros en hospicios.
Aunque la mayoría prefieren morir en su casa, son pocos quienes logran pasar sus últimos momentos en la intimidad de su familia. Tras sufrir un paro cardíaco, Ingrid L. lleva tres meses en coma, conectada a un respirador artificial. Su esposo lucha desesperadamente para que los médicos cumplan su testamento vital y la ...
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