Vestido de sus atuendos tradicionales, teniendo como taparabo una piel de anaconda y como pectoral una piel de jaguar, da paso a una ceremonia "no religiosa", como él mismo lo dijo, pero llena de símbolos Tzamarenda, impresionó la asistencia con un ritual que comienza con untar con pintura las manos de todos los presentes, en una forma más de comunión.
Invoca la naturaleza, por la amistad, la paz y el buen entendimiento entre las personas y todos los seres vivos y aunque la rogativa la hacía en su lengua natal, el mensaje llegaba profundo a los asistentes.
Cámara y montaje: Sergio Medina
Correo del Sur Producciones:
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