En los últimos cinco años, las ganancias de los ladrones de gasolina ("chupaductos") de la petrolera del Gobierno mexicano, Pemex, casi llegan a los 2500 millones de dólares, según cifras oficiales.
En lo que va del 2017, los ladrones han incrementado sus ganancias, ya que el precio de la gasolina pasó de costar 2,70 dólares a 3,25 dólares por galón, de tal suerte que, al encarecerse el precio del combustible, los millones de propietarios de vehículos buscan precios más bajos para llenar los tanques de sus transportes y los "chupaductos" ofertan el galón a mitad de precio.
Poblaciones enteras en el centro del país (Puebla, Hidalgo, Guanajuato y Querétaro) viven de robar gasolina; familias completas han construido su vida alrededor de esta "bonanza" provocada por los altos precios del petróleo y son capaces de defender esta súbita riqueza con armas de grueso calibre, como las que emplea el narcotráfico.
Después del asesinato de varios militares y del enfrentamiento de "chupaductos" con autoridades federales, el Gobierno centró su atención en atacar el problema con una estrategia que va de lo económico, pasando por lo tecnológico y lo policíaco, pero hasta la fecha, sigue sin ser controlado del todo.
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