A mediados de junio, unas explosiones dañaron dos petroleros cuando navegaban por el mar de Omán, epicentro del comercio mundial del petróleo.
Estados Unidos, junto con algunos de sus aliados, entre ellos, el Reino Unido, Arabia Saudí y el régimen de Israel, se apresuraron a culpar a Teherán del incidente sin proporcionar pruebas sólidas para respaldar la acusación.
Para implicar a Irán en los ataques, el Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono) hasta ahora solo ha publicado un vídeo borroso donde supuestamente se ve al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán retirando una mina sin explotar del casco de uno de los dos buques.
El vídeo y la interpretación de los funcionarios estadounidenses del mismo no han contado con una buena acogida. El Gobierno japonés también se muestra escéptico. Tokio dice que Estados Unidos debería proporcionar más pruebas para poder apoyar oficialmente su conclusión.
Los expertos también han destacado el extraño momento del ataque, que se produjo justo cuando el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunía con el Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, en el primer viaje de un líder de Japón a Irán en 40 años.
El incidente se produjo después de los supuestos ataques en mayo a dos petroleros de bandera saudí, uno de bandera noruega y otro de bandera de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) frente a las costas emiratíes. Del mismo modo, Estados Unidos y sus aliados también culparon