La República Bolivariana de Venezuela vive uno de los peores períodos de su historia.
La confusión y la incertidumbre de qué pasará está apropiándose cada vez más de los ciudadanos y de los países, que ven una batalla entre dos partes que confían cada una en que al final, una de ellas se impondrá sobre la otra, lo que hace aun más tenso el clima ya de por sí, de ansiedad.
En las calles, protestas violentas de la oposición, muertos en las manifestaciones, chavistas quemados vivos, candidatos asesinados, alimentos con un costo elevado por la inflación, escasez de alimentos y discursos y discusiones entre chavistas y opositores. En la palestra política, la acusación encontrada, el dardo acusador.
Desde el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se denuncia un complot entre opositores y empresarios millonarios para sumir en crisis, caos y guerra económica al país, eso internamente, y desde el exterior, se acusa a Estados Unidos de orquestar con las derechas, con países como México y Colombia, una gran conspiración para poner de rodillas al Gobierno actual.
Desde la oposición, se acusa lo contrario, a un Maduro que se encaprichó en el poder, queriendo imponer una dictadura disolviendo el Parlamento y haciendo una nueva Constitución a su medida.