Un aire extraño circula en el mundo. Aunque el espectáculo diga que no. Aunque analistas lo nieguen. Aunque gobiernos lo rechacen.
Aunque no se vea claro. Pero el aire extraño está ahí. Es un viento que va y viene entre Washington y Moscú, que huele a misil, que huele a guerra. Es un aire nuclear. Y parece que en las más altas esferas lo saben, y lo están calculando.
A veces lo muestran en los medios, a veces no. Pero lo cierto es que está ahí, de otra manera no se podrían explicar las palabras del secretario de Defensa de EE.UU., y jefe del Pentágono, Ashton Carter, quien dijo que Estados Unidos siempre, siempre será el primero en apretar el botón del arma nuclear.
Lo dejó claro para el mundo, para Rusia e incluso se lo dejó claro al presidente Barack Obama, de quien recientemente se rumoró en los pasillos de la Casa Blanca que firmaría una declaración histórica donde EE.UU. renunciaría al derecho de apretar primero el botón que desate una tercera guerra nuclear mundial, como China que se comprometió a nunca ser el primer país en emplear el arma atómica.