La confrontación de fuerzas, el disgusto porque la razón del otro se imponga, pero sobretodo la venganza del fracaso, podrían provocar una guerra muy cercana.
Eso si todos los actores que juegan en Oriente Medio, comenten un error o calculan a destiempo la respuesta de su adversario. Creo que no se podría definir mejor lo que el día de hoy está pasando en esta región y que tiene con los ojos bien abiertos a Riad, Teherán, Washington, Tel Aviv, por lo menos.
¿Cuáles son los signos de alarma? Hace unas horas, el régimen de Israel dio la orden de desplegar el sistema Cúpula de Hierro cerca de El Líbano. El Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), en palabras de su secretario general, Seyed Hasan Nasrolá, se reporta listo para defender al pueblo libanés.
¿Cuál es la punta del iceberg? La sorpresiva renuncia del primer ministro de El Líbano, Saad Hariri, que significa un misil terrible contra su propio país porque destruye la frágil convivencia política que está jalada por diferentes actores rivales, políticos, ideológicos y sociales.