Desde hace dos meses Chile ha liberado sus dolores y frustraciones en un estallido social que no merma. La contraparte, que no solo es el gobierno, sino el mercado y el Estado, no tiene respuesta e insiste en la defensa del modelo neoliberal.
Con el rechazo a la acusación constitucional contra el presidente, la clase política en el Congreso justifica las violaciones a los derechos humanos y cierra la posibilidad de dar cauce a cambios políticos y económicos de mayor profundidad. Una opción que busca retardar una crisis política que tarde o temprano será inevitable.
Análisis de Paul Walder.
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