Diez años después del terremoto que destruyó gran parte de Haití y mató a más de 200.000 personas, la situación del país caribeño es dramática y más de un tercio de su población necesita ayuda humanitaria urgente para su supervivencia.
Desde los movimientos sociales, se denuncia la reproduciendo de mecanismos de estigmatización neocolonial y neoimperial. Lo que más necesita Haití no es ni la asistencia humanitaria, que suele ser más benéfica para quienes la dan que quienes la reciben, ni la ayuda para el desarrollo, que termina beneficiando más a los expertos, la ONU, las ONGs, que al mismo pueblo haitiano, el cual recibe puras migajas.
A diez años del terremoto, el país está paralizado, la población está en las calles exigiendo la dimisión de Jovenel Möise, un presidente sin respaldo popular, apoyado por Estados Unidos y Francia.
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