Las elecciones parlamentarias del 26 de enero en Perú, en un momento de bronca ciudadana, no traerán nada nuevo, salvo evidenciar la profundidad de la crisis, de la política, de los políticos, de los partidos y de la propia democracia y la fragmentación de los partidos convertidos en máquinas electorales.
La disolución del Congreso por el presidente Martín Vizcarra y el llamado a elecciones fue una forma de detener el estallido social.
Faltando escasos días, la mayoríaciudadana no sabe por quién votar.
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