Una huelga de trabajadores de la petrolera estatal brasileña Petrobras contra despidos en una planta y la venta de activos de la empresa acentúa desde hace casi tres semanas la presión sobre el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, que trata de frenar el movimiento con recursos legales e incentivos laborales.
Los petroleros denunciaron la «desnacionalización» en marcha a través de la virtual entrega de las reservas del pre-sal y el programa de «desinversiones» ya que no sólo suspendió los programas para construir nuevas refinerías sino que a las existentes las mantiene fuera de actividad, u operando parcialmente.
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