Se cumplieron seis meses de la masacre de campesinos cocaleros bolivianos en la ciudad de Sacaba, Cochabamba, por parte del régimen dictatorial de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez, un crimen que sigue impune, perpetrado apenas tres días después del sangriento golpe de Estado que derrocó al mandatario constitucional Evo Morales.
El gobierno de facto sostuvo cínicamente que "los cocaleros vinieron armados, pero al carecer de entrenamiento necesario, terminaron disparándose entre ellos".
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