El aturdimiento social provocado por el confinamiento generalizado al que obligó la crisis sanitaria, permitió reforzar en Colombia la vieja práctica de barrer debajo de la alfombra los hechos que desnudan las sinuosas formas del ejercicio del poder: un déjà vu permanente, que de no ser trágico acabaría en bostezo.
Contubernio de presidentes, vicepresidentes, ministros, militares, empresarios, con la delincuencia del narcotráfico y de los paramilitares, se repiten hasta estos días.
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