Los vientos privatizadores vienen azotando con fuerza en Costa Rica, desde hace cuatro décadas, a partir del sometimiento a las políticas neoliberales, impulsadas por los organismos financieros internacionales.
Pero, el espíritu que impulsó al pueblo costarricense a contener la privatización del Instituto Costarricense de Electricidad en el 2000, y que replicó su gesta diciendo No al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, se empieza a manifestar en un coro ciudadano polifónico.
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