Temperaturas récord, incendios forestales, sequía. El calentamiento global se percibe claramente en Alemania. La crisis climática parece inevitable. Pero la mayoría de las personas sigue comiendo, viajando en avión y consumiendo sin freno.
En Alemania, muchos hablan de la protección del clima, pero sólo unos pocos se la toman en serio. En este reportaje nos planteamos si la humanidad podrá salvarse a sí misma. Con bloqueos y acciones drásticas los activistas comprometidos con el clima tratan de abrirle los ojos a la sociedad. Pero, ¿qué resonancia tienen las protestas en los Cruise Days de Hamburgo, el mayor desfile de cruceros del mundo, o en el Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt? La pregunta básica es: ¿Cuánto puede hacer cada uno para proteger el clima y qué es lo que debe ser regulado por la política? ¿Ayudan las prohibiciones? En Alemania, la protección eficaz del clima fracasa por la desconfianza de la gente en la política. Esto se hace ahora evidente en Turingia. Aquí, iniciativas de ciudadanos organizaron protestas contra la construcción de la gran la autopista eléctrica "Suedlink", que transportará la energía eólica del norte al sur del país y es uno de los grandes proyectos alemanes de infraestructura de cara al abandono de la energia nuclear. Sin embargo a los residentes no les gusta la idea de tener delante de sus casas líneas de alto voltaje de las que no se benefician.