Para la generación Europa, la II Guerra Mundial pertenece al pasado. Pero la paz y los valores que garantizaba la Europa unida, están en peligro. Jóvenes europeos luchan por que la historia no se repita.
Barcos de refugiados que no pueden atracar en puertos del Mediterráneo. Protestas de los "chalecos amarillos” en Francia. Juristas que tienen que luchar por el Estado de derecho en Polonia. Un Parlamento Europeo al que le faltan competencias legislativas. De Bruselas los ciudadanos perciben sobre todo una enorme burocracia y unos instrumentos de decisión faltos de transparencia. La Unión Europea nunca había despertado una impresión tan débil, una imagen de tanto desacuerdo, de intereses nacionales prevaleciendo sobre los comunitarios, de discordia en cuestiones vitales. ¿Acaso están pasando a segundo plano los objetivos de los fundadores, precisamente aquellos que hicieron fuerte a Europa? El ascenso de los populismos de derecha ¿no pone en peligro la democracia, la libertad y el bienestar? ¿La generación de los nietos y bisnietos que han emprendido la tarea de insuflar nueva vida a los viejos objetivos y valores, ¿conseguirá salvar Europa?