Los griegos inventaron un especie de bomba atómica que cambió la historia de la humanidad: la escritura alfabética (o consonántica) que permitió al pueblo aprender a leer y a escribir. Esto generó una crisis política de primer orden: el pueblo empezó a poder recordar sus leyes sin cantar ni bailar, al margen del imperio de los poetas. Ahora se podía recordar escribiendo. Pero, con ello, surgió una tercera forma de hacer memoria, la que defienden Sócrates y Platón. Razonar, deducir, es una forma de “recuerdo” que es como si recordara “una vida anterior”. No es que estén defendiendo la inmortalidad del alma, como se suele decir. Están reflexionando sobre lo que son las matemáticas. Y también sobre lo que va a ser la “ontología”, el estudio del ser del ente. En todo caso, nos encontramos así con un campo de batalla a tres bandas: poetas, sofistas y filósofos.