Tabún, sarín, fosgeno, gas mostaza: gases venenosos inventados para matar cruelmente. Cuando se perdieron las guerras fueron desechados sin precaución y hasta el día de hoy se almacenan en muchos lugares de Alemania. Enterrados o hundidos, son una bomba de tiempo.
Según el personal de desactivación de artefactos explosivos, en Alemania hay al menos 200 lugares donde se almacenan agentes químicos venenosos. Fueron enterrados o hundidos sin precaución, y amenazan con convertirse en una bomba de tiempo. En los últimos 100 años desde el final de la Primera Guerra Mundial, la política ha intentado principalmente desviar su atención de ese legado mortal. Porque desactivarlo costaría miles de millones. Los expertos coinciden en que, si no abordamos el problema ahora, se volverá cada vez más peligroso y preocupará a muchas generaciones futuras.
Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue uno de los mayores fabricantes de armas químicas del mundo. Se produjeron en grandes cantidades sustancias terribles con nombres como tabún, sarín, fosgeno, gas mostaza. El objetivo era matar o desmoralizar al enemigo de una forma especialmente cruel. Después de las guerras, las armas químicas, así como las fábricas, debían eliminarse lo antes posible. En la caótica confusión de las guerras mundiales, a menudo no se registró por escrito ni se fotografió lo que sucedió exactamente en muchos lugares.