¿Qué ocurriría en la actualidad si Sócrates moderara un debate electoral? ¿Y si fuera el presidente de las Cortes y moderara los diálogos parlamentarios? En definitiva, ¿qué haríamos nosotros con Sócrates? ¿Estamos muy seguros de que no le condenaríamos a muerte, aunque para ello tuviéramos que anular la Constitución? No es lo que indica un somero repaso del siglo XX y de lo que llevamos de XXI. En este capítulo vamos a hacer un experimento imaginario, para comprender la gravedad del asunto.