Según estamos defendiendo en esta serie, la Ilustración es la genuina herencia de Sócrates y Platón. En 1789, con la Revolución francesa se dictó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, reformulada en la ONU, en 1948, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Allí encontramos un “a priori” que atraviesa (o debería) todos nuestros edificios políticos. Más allá de nuestra raza, color, sexo, religión, cultura, condición económica o social, origen nacional, etc., no queda “nada” pero resulta ser (como nos explica Heidegger) una “nada” muy interesante: la libertad. A partir de ahora, llamaremos “razón” a la incógnita en la que se cruzan tres ecuaciones fundamentales: ante la verdad, somos todos iguales; ante la justicia, somos libres; ante la belleza, nos sentimos fraternos. Libertad, Igualdad Fraternidad son las tres tensiones políticas que introducen en el mundo la Justicia, la Verdad y la Belleza.