Perú alcanzó en los tres días posteriores a las elecciones el techo de la incertidumbre, ante el estrechísimo margen que separaba a ambos candidatos, el maestro socialista Pedro Castillo y la ultraderechista Keiko Fujimori, mientras la campaña de terror de la prensa hegemónica y la derecha presagiaban que en las horas siguientes podría pasar cualquier cosa. Incapaz de aceptar su derrota, la derecha jugó a crear un clima de confrontación y aliento a un golpe de Estado.
Al no ganar la presidencia, Keiko enfrenta la prisión de hasta 30 años por el delito de corrupción.
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