El director del Ballet Nacional de Sodre de Uruguay, Igor Yebra, ha vivido siete vidas en una: desde su infancia en Bilbao, una experiencia difícil en su primera escuela de baile, el traslado a Madrid y su carrera itinerante, con un pie en el avión y otro en el escenario. De sus maestros Carla Fracci, Charles Jude y Yuri Grigorovich aprendió lo que enseñan las tres grandes ramas del ballet. En este vídeo desvela las experiencias y aprendizajes de vida que reúnen todo lo bueno y lo malo que sucedió en su brillante trayectoria.
Igor Yebra podría haber sido futbolista pero eligió ser bailarín porque sus padres le enseñaron a amar la cultura. El coreógrafo y director del Ballet Nacional de Sodre de Uruguay, sucesor de Julio Bocca, recuerda una infancia entre las clases de ballet y la incomprensión de sus compañeros. Con 13 años dejó la escuela y convirtió a los libros en sus maestros. Un Billy Elliot a la vasca, que inició su carrera profesional en la compañía de Víctor Ullate y de allí pasó a las principales compañías de Italia, Francia y Rusia.
Es el primer bailarín no ruso que bailó como protagonista en ‘Iván el Terrible’, en el Palacio Estatal del Kremlin ante seis mil espectadores, y uno de los pocos bailarines "freelance" que aprendió de los mejores del mundo de la danza. Sin embargo, quienes han marcado su vida son ciudadanos anónimos, como una anciana rusa que le vio bailar en un pueblo perdido de los Urales y le dijo en perfecto castellano “Por favor, vuelve”. Y su madre, que le regaló una postal con un mensaje que marcó su vida: “Tú puedes ser lo que desees. Solo existe un obstáculo: tú mismo”. “Poneos un objetivo en la vida, poneos una Ítaca, a la que probablemente llegaréis de viejos, sin esperanza, o quizás ni siquiera llegaréis, porque lo que importa no es ese objetivo, sino el camino. Podemos enfrentar los miedos y problemas que surgirán en el camino si tenemos claro el objetivo”, concluye el bailarín.
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