Cada verano, miles de tailandeses recorren los bosques de Suecia en busca de bayas. Para este trabajo no se encuentran lugareños. Las malas condiciones del empleo son conocidas y, aun así, ¿qué lleva a los recolectores hasta Suecia?
Chang es uno de los más de 6.000 tailandeses que viajan a Suecia en los meses de verano para recolectar arándanos azules y rojos. Ha decidido cambiar el duro trabajo en el campo de arroz, por otro igual de duro aquí, donde pasa hasta doce horas al día, todos los días. Chang no sabe mucho sobre el país escandinavo, pero para él es una gran oportunidad: "En Tailandia ahora solo le esperaría la cosecha de arroz, ¡pero aquí en Suecia espero poder ganar mucho dinero!"
Es la primera vez que Chang viene a Suecia. Una agencia de empleo temporal lo contrató y le consiguió la visa de trabajo y el billete de avión. Chang se endeudó mucho por esto. También porque en Suecia tiene que asumir los gastos de alojamiento y comida incluso antes de empezar a ganar algo de dinero. Los escándalos de los últimos años no han logrado disuadirlo. A los trabajadores tailandeses los estafaron en repetidas ocasiones y no les pagaron. En 2013, un recolector incluso se suicidó en Suecia. Su desesperación era demasiado grande para volver a casa sin dinero.
Una regulación especial hizo posible la lucha por las bayas. En los bosques de Suecia rige el "Derecho de acceso público a la naturaleza". La valiosa materia prima le pertenece a quien primero la coseche. Las empresas han hecho grandes negocios con esto. Pero al mismo tiempo, esta práctica ha llevado en algunos lugares a condiciones como las que regían en el salvaje Oeste. Aunque ahora hay un salario mínimo garantizado de casi 2.000 euros, es difícil verificar si se paga realmente.
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