Durante la Transición, el regreso a España de los intelectuales, escritores y políticos que huyeron en 1939 puso punto final oficialmente al exilio de la Guerra Civil. Sin embargo, a partir de los años ochenta, cientos de españoles anónimos, la mayoría sin estudios ni medios económicos, se quedaron solos, aislados en el olvido de sus propios compatriotas, que preferían construir la nueva democracia sin mirar al pasado. Para paliar las precarias condiciones de vida de «Los olvidados del exilio», a partir de 1984 un reducido grupo de personas crearon la Asociación de Amigos de Antiguos Refugiados Españoles (AARE), para enviarles alimentos, ropa o medicinas y ofrecerles un vínculo que les uniera a su patria. Estas son las cartas con las que los últimos exiliados españoles contestaron agradeciendo esa generosidad. Reflejan sus sufrimientos, sus temores y el cariño hacia una tierra a la que finalmente muy pocos de ellos podrían volver.
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