Después de desvelarse el legado que dejó Luis García Berlanga en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en 2008, el guion inédito de la película «¡Viva Rusia!», se presentaron las actividades del Año Berlanga y se celebró un coloquio informal. El público rió a carcajadas cuando el presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, leyó las dos primeras escenas de dicho guion, que se desarrollan en el aeropuerto de Madrid-Barajas con la llegada de un avión con los últimos exiliados en Rusia, que saludan a la próspera España de 1992. Un guion inédito para una película que «no tiene director ni productor», pero que apunta lo que podría haber sido y no fue, dijo Barroso.
La mesa redonda reunió a la actriz Mónica Randall y el actor José Sacristán –coprotagonistas de varios largometrajes del cineasta– moderados por el director de cine, productor y escritor David Trueba. En el coloquio «Berlanga cumple 100 años», charlaron en tono desenfadado sobre vivencias personales, anécdotas y hasta algún secreto escatológico. Mencionaron la frescura y naturalidad de los innumerables secundarios, las dificultades de los planos secuencia que tanto gustaban al director, sus desencuentros con el actor Adolfo Marsillach cuando sustituyó a Luis Escobar, el fetichismo inherente a sus películas, la libertad, los doblajes o su escaso nivel de conocimiento fuera de España (lo que no ocurriría «si hubiera sido un judío perseguido», apuntó Mónica Randall).
En definitiva, un interesante recorrido por la trayectoria de quien «es un referente de cualquiera que quiera dedicarse al cine», dijo David Trueba, quien recordó varias veces su carácter afable, divertido y generoso, así como la censura que sufrió o los proyectos inacabados en su primera etapa, hasta que consiguió un fulgurante éxito con «La escopeta nacional» (1978).
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