A dos meses de iniciado el gobierno del presidente Pedro Castillo, la escena pública peruana parece estabilizarse y se visualiza una creciente normalización de las crisis que se desataron las primeras semanas de gobierno, pese a la persistencia de varios focos de tensión desde la derecha y también en las propias fuerzas.
Castillo comprobó que su mandato arrancó sin «luna de miel» y, aunque su equipo de gobierno logró el visto bueno del Parlamento, la potencial escalada de tensiones tampoco auguraba un romance a la vuelta de la esquina.
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