A medida que amanece en el pequeño pueblo de Schuld an der Ahr, comienza a vislumbrarse la magnitud de las catastróficas inundaciones.
Schuld, con más de mil años de historia a sus espaldas, había sobrevivido a crisis y guerras, pero no pudo resistir el embate de la meteorología. En la noche del 14 al 15 de julio, las aguas estuvieron a punto de arrancar el pueblo de cuajo. El Ahr lo arrasó todo a su paso. Un río cuyo cauce apenas llega al metro, multiplicó por ocho su profundidad. Los habitantes no tuvieron tiempo para reaccionar.