“Dios ha muerto”, pero aún queda por hacer lo más esencial: inventar un nuevo mundo con una gramática no nihilista, instituir un nuevo calendario de festividades que celebren el gran sí a todas las cosas que ahora se anuncia en el horizonte. Para ello hace falta trastrocar por completo todo el sistema de valores sobre el que se asienta la cultura. Para entender esto, nada mejor que leer un texto de Nietzsche, “El loco”.