Una vez que Dios ha muerto, nos dice el Loco, ¿qué nuevas fiestas tendremos que inventar? Como pueden atestiguar los antropólogos, una sociedad se vertebra a partir de sus fiestas. Revolucionar la cultura es cambiar las fiestas. Como había previsto Nietzsche, este fue uno de los temas más fascinantes del siglo XX, toda una revolución cultural, el nacimiento de una contracultura. Una cuenta pendiente que políticamente resultó decisiva. Desde el fascismo al comunismo, se inventaron nuevos cultos que vinieron marcados por el culto a la personalidad del líder y por el culto al trabajo. Pero también hubo movimientos revolucionarios que abogaron por una revolución festiva. “Las revoluciones serán fiestas o no serán”, se decía, por ejemplo en la Internacional Situacionista.