Después de la revuelta social del 18 de octubre de 2019 y tras dos años de luchas en las calles y de la represión del gobierno, un amplio sector de chilenos votó a favor de la alternativa ultraderechista de José Antonio Kast, cuando todos pensaban que el centroizquierdista Gabriel Boric encabezaría la primera ronda electoral.
La elección evidenció una profunda crisis de la democracia, una grave amenaza sobre su presente y futuro, pero sobre todo un desafío para la unidad de las fuerzas democráticas para construir un pacto de gobierno y de gobernabilidad, a favor de un programa de transformaciones con una nueva constitución.
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