Este domingo el electorado chileno tendrá que resolver una disyuntiva inédita desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990: abrir las puertas del gobierno a las jóvenes generaciones de izquierda que irrumpieron en la última década votando por Gabriel Boric para presidente, o retrotraer la historia para legitimar la continuidad de un neoliberalismo económico que se nutre en lo político de una impronta ultraconservadora, apoyando al ultraconservador José Antonio Kast
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