Marcelina Bautista llegó a la Ciudad de México después de terminar la escuela primaria. Como tantas niñas de zonas rurales empezó a trabajar como empleada del hogar para ayudar económicamente a su familia. A los trece años ni se imaginaba que sus ansias de superación la llevarían a ser una defensora acérrima de los derechos laborales reconocida dentro y fuera de su país.
Un mundo nuevo se abrió para Marcelina Bautista en Ciudad de México, muy distinto al entorno familiar mixteca en el que había crecido junto a once hermanos. De pronto se vio aprendiendo español y trabajando en un hogar ajeno donde le regañaban si no hacía bien las cosas. Cumplía largas jornadas pero no le pagaban bien con el pretexto de que le estaban enseñando. Conoció el maltrato y sufrió: "Tu superación ahí se queda. Ves la de tus empleadores, la de sus hijos y tú ahí te quedas”. La suya, sin embargo, no se detuvo. A los 17 años ya latía su corazón de activista cuando conoció a más personas en la misma situación vulnerable. Por iniciativa propia comenzó a estudiar la Ley Federal del Trabajo, la Constitución e hizo un diplomado sobre Comunicación y Sociedad Civil. En el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar del que es fundadora Marcelina Bautista habla de cómo en dos décadas ha visibilizado un sector del que nadie hablaba en México.