Fotografió a la mafia italiana a finales de los 50, convirtiéndose en la joven promesa de la agencia Magnum. Retrató la pobreza de niños que vivían a orillas del río Mapocho y capturó la espontánea cotidianidad de Valparaíso de la década de los 60. Hoy sus trabajos son considerados como valiosas piezas de arte y un significativo aporte para la reconstrucción de la memoria histórica. De pronto abandonó la fotografía periodística y se trasladó a Tulahuén, un pueblito al interior de Ovalle. Allí se volcó a la contemplación, al yoga y a la cruzada ecológica. Se vinculó a la filosofía zen y forjó un camino hacia el encuentro con el satori, la soledad y el vacío.
A 90 años de su natalicio, Mauricio Toro-Goya, quien fue discípulo y amigo de Larraín, el fotógrafo Rodrigo Gómez Rovira junto a la historiadora de arte Soledad Aguirre conversarán sobre la obra y enigmática vida de uno de los fotógrafos y artistas más importantes de este lado del mundo.
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