Después de unos 80 asesinatos a nivel nacional, la Asamblea Legislativa salvadoreña aprobó un Régimen de Excepción con el fin de dar “cacería” a las estructuras de las pandillas MS13 y Barrio 18 a las que se atribuye la mayoría de los homicidios.
Durante los casi tres años desde que asumió la Presidencia, Nayib Bukele no ha dado ningún paso para debilitar a las pandillas: ha negociado con ellas para hacerlas sus socios políticos.
El engaño del llamado Plan Control Territorial terminó con un baño de sangre inédito. La aprobación del estado de sitio en medio del baño de sangre es muestra de improvisación, mentira y espectáculo mediático, que le dan más herramientas a Bukele para afianzar su autoritarismo, acusando de ser defensores de pandilleros a todos los que protestan por el atropello a la independencia judicial y al estado de derecho.
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