En las llanuras septentrionales de Costa Rica las carreteras son escasas y salpican polvo y barro por la escasez de asfalto, pero es casi la única manera de llegar al Refugio de Vida Silvestre de Caño Negro. Sorteando baches en las pistas de tierra, franqueadas por centenares de hectáreas cultivadas con piñas, y tras pasar por alguna pequeña aldea local, se alcanza esta joya natural escondida lejos de las grandes masas turísticas que ocupa 10.000 hectáreas entre humedales, bosques y pastos. Es este un auténtico paraíso de vida animal que atrae a ornitólogos y pescadores en las cercanías de la frontera nicaragüense y de su gran lago Cocibolca.
En Caño Negro el principal afluente es el río Frío, que tiene una longitud de 100 kilómetros y se convierte en un hogar seguro para más de 315 especies de aves, 160 de mamíferos y 50 especies de peces, entre los que destaca el pez gaspar. A este animal omnívoro se le considera un fósil viviente, pues no ha cambiado su fisonomía en 150 millones de años, es decir, desde la época de los dinosaurios. Por sus características se le llama también pez lagarto, ya que comparte alguna morfología con los reptiles, aunque lo que más llama la atención es su cráneo en una sola placa, una mandíbula prolongada en forma de trompa con dos filas de dientes muy afilados y unas escamas brillantes que son utilizadas por los artesanos del pueblo para elaborar souvenirs.