El 2 de octubre Jair Bolsonaro y Lula da Silva se verán las caras disputando la presidencia. La gran diferencia con la elección de 2018 es el rol que ahora juegan las Fuerzas Armadas legitimizadas para opinar sobre el proceso electoral y con la intención de intervenir para garantizar la reelección de Bolsonaro, e impedir el retorno de Lula al poder.
El interés de Bolsonaro es enturbiar el proceso electoral desacreditando el sistema ante una eventual derrota.
Análisis de Pedro Brieger
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