En el último día de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, los presidentes escucharon a su par estadounidense Joe Biden lanzar, casi en tono de confesión, una alerta concreta sobre el escenario global, en el que no descartó la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, ante el temor de que entren en escena las armas nucleares tácticas que tiene Rusia… y también las estadounidenses, claro.
Un último intento por lograr lo que Washington fue a buscar a la cumbre, y no logró: mostrar al mundo que el continente americano lo secunda en todo, incluso en su guerra contra Rusia a través de Ucrania. Noveno intento desde 1994 por imponer un Área de Libre Comercio en todo el continente, de acuerdo a sus intereses.
Con exclusiones y excluidos, Biden solo se quedó con una declaración marco sobre migración que no lleva la firma de los gobiernos que más ciudadanos aportan en las caravanas hacia el norte, y la evidencia patente ante el mundo de que América Latina ya no es patio trasero de Estados Unidos.
Un análisis de Marcos Salgado
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