El gobierno uruguayo, presidido por el derechista Luis Lacalle, deja a las claras una alarmante entrega de soberanía: el agua, el petróleo, la tierra y la costanera están en subasta y no siempre al mejor postor.
Ya dio el visto bueno al proyecto de la construcción de una isla artificial privada a pocos metros de la rambla costanera montevideana. También un consorcio de cuatro empresas pretende extraer y purificar agua, y privatizarla. Lacalle también firmó la adjudicación de la licencia por 40 años sin cánones y con limitada participación de la estatal Ancap en la futura explotación de petróleo, a la empresa Challenger Energy.
Uruguay está en venta, señala el análisis de Nicolás Centurión.
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