La luz, gracias a los descubrimientos del fuego y de la electricidad, supusieron un hito de la humanidad para el disfrute de la noche. La luz, en su origen, fue un símbolo de poder y soberanía y hoy en día también son un símbolo de riqueza, como podemos observar en muchas ciudades del mundo.
Las ciudades se transforman de un modo casi mágico a través de las horas del día, de los cambios de luz, del ritmo del tráfico y del ajetreo de los caminantes. Y si el día es fascinante, las noches tienen algo aún más mágico, más misterioso, dual, vivo, enérgico, tranquilo y solitario…
No sé si alguna vez habrás pensado en la noche como un motivo fotográfico, pero lo cierto es que si te atreves a ello, te depara imágenes únicas, escenarios insólitos, ambientes diferentes y contrastes inimaginables. En definitiva, la noche tiene una atmósfera única, y cientos de posibilidades artísticas y narrativas