Un momento clave de nuestra evolución ocurrió hace 200 millones de años, cuando unos feroces reptiles que habitaban la Tierra evolucionaron hasta convertirse en unos mamíferos parecidos a musarañas. Nuestra piel, el pelo, la compleja dentadura y el extraordinario sentido del oído se remontan a estos animales. Sus cuerpos fueron tomando forma a lo largo de grandes transiciones en la historia de la vida. Y ese legado sigue moldeando nuestros cuerpos hoy en día.