Nuestros antepasados primates tenían unos cuerpos muy parecidos a los de los monos de ahora. Pasaron decenas de millones de años viviendo en árboles. De ellos hemos heredado nuestras manos versátiles, una visión asombrosa y un cerebro poderoso, pero también algunos rasgos menos beneficiosos, como nuestro dolor de espalda y un terrible sentido del olfato.