Pasaron casi dos meses desde la noche que paralizó a la Argentina, cuando intentaron asesinar a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En esas horas, parecía que el hecho era un antes y un después para la sociedad argentina.
Los medios hegemónicos hasta pusieron en duda la veracidad del hecho, del atentado, y en paralelo siguen apostando a la tesis de los “loquitos sueltos”, los autores materiales arrestados, cortando cualquier vínculo con instigadores y financistas, los autores intelectuales. También todo igual es en la justicia, donde la causa por el magnicidio se mueve con una lentitud exasperante.
En paralelo hay otra causa judicial, donde se investigan amenazas contra Cristina, el presidente Alberto Fernández y otros referentes del oficialismo donde hay una ruta del dinero: a este grupo de ultraderecha lo financia una familia de empresarios y economistas muy ligados al ex presidente Macri.
Análisis de Marcos Salgado
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