Una joven campesina lucha contra el sida y por la justicia en China. A pesar de los encubrimientos del gobierno, Ximei está defendiendo audazmente a las víctimas de la epidemia de sida causada por donaciones de sangre contaminada.
En la década de 1990, una campaña iniciada por el gobierno chino logró que campesinos y campesinas comunes vendieran su sangre. Se pagó cinco dólares estadounidenses, aproximadamente el salario de un mes, a los residentes pobres de la provincia de Henan por sus donaciones de sangre.
Las conservas de sangre se revendieron a precios elevados, con consecuencias catastróficas para muchos receptores. El material médico contaminado provocó que unas 300.000 personas se infectaran con el VIH, lo que desencadenó una epidemia de sida.
Tras enfermar, la campesina Ximei, como muchos otros, se encuentra aislada en las llamadas "aldeas del sida", donde, en lugar de rendirse a la muerte, lucha resueltamente por su vida y la de sus semejantes. Sus valientes acciones, compasión y optimismo convirtieron la tragedia de los marginados de Henan en una historia de esperanza. La película premiada fue producida por Ai Wei Wei.