La elección presidencial de este 2022 fue la batalla central de la guerra fascista-bolsonarista contra la democracia brasileña. A pesar de la derrota institucional los ultraderechistas dejaron en claro que no abandonarán la guerra para destruir la democracia y el estado de derecho con el fin de implantar un régimen militar-fascista a través de métodos terroristas.
Si, es verdad.
En la batalla del 30 de octubre, la democracia derrotó al fascismo en las urnas, pero eso no significa, sin embargo, que haya logrado erradicar a la ultraderecha criminal y poner fin a la guerra fascista contra la democracia y el Estado de derecho.
El gobierno de Lula jugará un papel vital en la consolidación del amplio pacto nacional en defensa de la democracia. Lula está llamado a liderar un proceso de desfascistización en Brasil que se conjuga con la necesidad de una diplomacia antifascista que contribuya a la lucha internacional que el mundo civilizado necesita librar contra el fascismo.
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