Nació en la Ciudad Vieja, cuando aún latía el bajo. En ese ambiente conoció la noche, los códigos y el respeto. Y a fuerza de contar chistes, se hizo un lugar entre los vecinos.
Debutó en carnaval haciendo de payaso, y de ahí le quedó el apodo que le quitó el lugar a su nombre: Cucuzú.
Supo limpiar barcos, vender cigarrillos y bombones de contrabando, y sabe hacer reír en cualquier contexto.