Activistas denuncian que la provincia de Xinjiang es una prisión a cielo abierto: según dicen, las autoridades chinas reprimen allí a las minorías, especialmente a la etnia Uigur. El Gobierno chino habría establecido campos de entrenamiento, donde se encuentra al menos un 10% de la población de esta etnia. China dice que estos campos son para combatir el terrorismo de los ataques realizados por uigures, que han dejado cientos de muertos en los últimos años.