Miles llegaron hasta el Cuartel de la Montaña, un viejo cuartel militar que domina el oeste de Caracas, para rendir homenaje a Hugo Chávez, a diez años de su muerte. Chávez, la locomotora que impulsó la construcción diaria de la Patria Grande, la de los pueblos, dejó hace diez años una nación huérfana. Simbolizó (y simboliza) la emergencia del pensamiento regional emancipatorio del cambio de época, con críticas anticapitalistas de cuño marxista, con una concepción humanista. Y rescató la idea de socialismo como horizonte utópico.
Fueron 14 años que transformaron Venezuela, poniendo en el centro a las grandes mayorías, los invisibilizados por las elites y los medios hegemónicos, que no solo eran objeto sino que se transformaron en sujetos de política. Chávez produjo una revolución en las conciencias, cambió la cabeza de los pueblos. La inmensa popularidad de Chávez en toda la región y en el Tercer Mundo reveló la revolución de esos cambios en el imaginario popular.
Chávez dejó un país huérfano, una Patria Grande huérfana. Hoy se recita chavismo, bolivarianismo, cuando el mundo ha cambiado y vuelve a estar en guerra, y cada vez se hace más difícil soñar con una América (Latina y del Caribe) unida. Su pueblo le rindió este homenaje.
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