Israel ejerce desde hace décadas una división de las familias palestinas, muchas de las cuales llevan años sin verse o reunirse. Lejos de facilitar estas relaciones, cada vez más leyes y políticas israelíes fragmentan a parejas, padres e hijos y parientes que viven entre el Estado hebreo y Gaza, Jerusalén Este y Cisjordania. Al habitual motivo de seguridad, Israel admite hoy de forma explícita que estas medidas persiguen un objetivo demográfico: mantener una mayoría judía en el territorio.