Bolivia tiene en el Salar de Uyuni alrededor del 21% del litio metálico del mundo, demandado por la industria automotriz para producir las baterías de autos eléctricos. Sin embargo, después de 13 años con un proyecto estatal, Bolivia aún no ha logrado dar el salto para convertirse en el mayor proveedor del sector, como lo ha pretendido. La politización, las carencias científicas y financieras y las disputas regionales configuran un escenario de laberinto para impulsar el desarrollo del metal.